Como discípulos de Jesús, que hemos sido llamados a ver y creer, la celebración de su resurrección nos invita a ser personas con esperanza, que sepan proclamar, -desde la palabra, actitudes y gestos-, que la muerte no es el final porque el triunfo definitivo ha sido de la Vida.
Que, como a los apóstoles, la experiencia de la Pascua nos transforme en hombres y mujeres abiertos a la Vida, dispuestos a anunciar y optar siempre por la Vida y a dar la vida que se nos regala.
Felicidades porque hoy se nos da la mejor noticia: ¡Resucitó de veras nuestro amor y nuestra esperanza!
Con cariño,
Equipo General